AHORA: ES TIEMPO DE LA VERDADERA TRANSICIÓN HACIA LA INDEPENDENCIA


 Miles de ciudadanos del Estado español, como así también,  los vascos, gallegos y catalanes en particular,  tuvieron que soportar desde el año 1939, fin de la guerra civil, una férrea dictadura, a cuyo frente estaba el general Francisco Franco. Este gobernó hasta su desaparición física,  ocurrida por causas naturales,  en  diciembre del año 1975. Esta situación, desató la posibilidad del inicio de una “transición”, en la cual, se pudiera restaura un sistema democrático en el estado, y lo lógico hubiera sido, que fuera bajo una forma  republicana de gobierno.

 Pero esto no fue posible, porque el generalísimo, dejo atado y bien atado, el destino del estado para luego de su muerte. En tal sentido, quién lo sucediera debería garantizar que la república no sería el sistema político a implementar, con lo cual, se instauraría una monarquía constitucional, para lo cual, el Borbón Juan Carlos, aunque no lo ha demostrado en estos 39 años de reinado, fue preparado e instruido para convertirse en un eficiente jefe del Estado español.

 Esta transición a una monarquía constitucional, significó la aceptación casi general de la clase política,  hasta la del mismísimo partido comunista, en la cual, el gobierno efectivo, estaría a cargo de un Primer Ministro y la Jefatura del Estado sería ejercida por el Rey. Muchas más cosas se acordaron, como la posibilidad de establecer algunas comunidades autónomas, a partir de la aprobación de  Estatutos de autonomía, como el que dio lugar a la conformación de la Comunidad Autónoma Vasca, separada de Nafarroa, como viene ocurriendo  desde 1841, cuando se aprobara la Ley Paccionada. Otras coincidencias que refleja el pacto, sobre todo, con el beneplácito  de los partidos políticos del estado, fue el acuerdo para no investigar lo ocurrido durante de la dictadura franquista, escondiendo bajo la alfombra, estos hechos aberrantes que el estado franquista español cometió sistemáticamente durante cuatro décadas, cuyos destinatarios fueron millones de ciudadanos, los cuales, sufrieron la  tortura, asesinatos y el  exilio, como así también,  éstos fueron perseguidos y humillados política y culturalmente dentro del estado. En definitiva, se prohibía la posibilidad de aplicar en esta “transición” el principio de justicia y de memoria histórica.  

 Toda esta situación antes detallada, trajo como consecuencia la puesta en marcha de un modelo político, que no podía perdurar por mucho tiempo, porque quedaban muchas cuestiones sin resolver, al no dar cumplimiento  tampoco a lo acordado en ese pacto político,  lo cual, dio lugar a una etapa que podríamos denominar “la transición inacabada”.

 Hoy el Estado español es una vieja estructura política, destartalada y sumida en un desprestigio total, a partir de los despropósitos de sus actores políticos, tanto del Partido Popular (Herederos de la ideología franquista), o su contracara, el Partido Socialista Español, ambos con sus políticas  económicas y sociales erráticas, enmarcadas en la corrupción, que salpica a sus principales cuadros dirigentes. A esto le debemos  agregar una monarquía inútil, costosa y corrupta, que también a colaborado en  la liquidación económica, política y ética del estado español.

 Por lo antes dicho, la desocupación, la corrupción y la falta de políticas de reactivación, como así también, la sumisión a las políticas europeas de ajuste  económico, han dejado al estado en su conjunto a la deriva. En tal sentido, las elecciones europeas de 2014,  han puesto  en evidencia el descontento social tanto en todo el estado, como en las comunidades autónomas. En estas últimas,  es donde la performance de los partidos políticos del estado (PP-PSOE) se observa muy a la baja. La respuesta del estado a tremendo descalabro y con el propósito de lograr un efecto contenedor de la españolidad, es la abdicación del devaluado  monarca Juan Carlos, esperando que su heredero, pueda mostrarse como la última alternativa posible de mantener una España grande y unida.

 Pero la abdicación ha despertado en los ciudadanos del estado y de las comunidades nacionales que lo integran, un profundo desagrado por una institución como la monarquía, que solo aporta gasto, corrupción y desprestigio. En tal sentido, hemos podido apreciar como los ciudadanos de las principales ciudades se han manifestado masivamente, solicitando el fin de la monarquía y la posibilidad de realizar un plebiscito, con el propósito de instaurar una tercera república. ¿Pero en que beneficiaría esta nueva república a vascos, catalanes y gallegos?  

 La situación política en el Estado español está abierta, aunque el Partido Popular y el Partido Socialista, apuren un blindaje político, a partir de una rápida coronación del heredero, como última posibilidad de mantener un estado español unificado. En este sentido, los ciudadanos de Catalunya, Euskal Herria y Galicia, deberán estar muy alertas y en caso de sumarse a la petición, de un plebiscito que ponga fin a una monarquía inútil y corrupta, deberán bregar por sus intereses nacionales. En segundo lugar, deberán actuar  en unidad, ósea en clave nacional y no dejarse estar, y saber que la última carta que les queda a los partidos unionistas, es la propuesta  de una “confederación ibérica” dentro del estado, mareando de esta forma la perdiz, para ganar tiempo, sumiendo sobre todo, a los catalanes y vascos en una discusión inútil y engorrosa que no tiene ningún destino, ni beneficio para estas naciones.

 Por lo antes dicho, no esperemos que tengamos un “Rey Bueno” como pretenden mostrarlo al futuro Felipe IV, y tampoco una república que garantice el derecho a decidir. En tal sentido, creo que es momento de seguir sumando a los procesos soberanistas, tanto en Catalunya que tendrá su consulta con destino de independencia en el mes de noviembre, y los vascos, que acaban de realizar su “Cadena Humana”, donde el pueblo ha manifestado su derecho a decidir en el espacio público. Pero se debe tener bien en claro, que al día siguiente, la tarea es seguir construyendo la “Vía Vasca” hacia la independencia.

 En caso que la convocatoria a discutir el futuro sea de “café para todos”,  la negociación será un elemento necesario entre las partes, para resolver los problemas del estado, pero también  el conflicto político vasco, con todas sus  aristas, incluido el tema de los  presos políticos vascos, que debe formar parte de la agenda. Pero hay que estar muy atentos,  que no nos sorprendan con apuros y tejerasos, sobre todo, a vascos catalanes y gallegos. Todas las cartas estarán sobre la mesa, las del unionismo, como así también, las del soberanismo de catalanes y vascos, porque es posible que nada puedan  garantizar cumplir en el fututo, quienes no han transferido  las competencia de un Estatuto de autonomía, como el de Gernika, aprobado hace más de tres décadas y además, debemos tener muy presente el cepillado que le hicieran al Estatut presentado por los catalanes en las cortes de Madrid.

 La primera lucha sé deberá dar  por la restauración de un sistema republicano de gobierno, si esto garantiza la vigencia de nuestros intereses como nación. Ósea el derecho a decidir de las naciones que hoy se encuentran dentro del Estado. No debemos nunca olvidar, que la nación vasca está asentada a ambos lados de los Pirineos y la unidad territorial es el objetivo final, más allá de la sordera del estado francés y las reiteradas negaciones a resolver el contencioso vasco por parte del estado español.

 Hace 39 años que comenzó la transición y se aprobó una constitución,  que al menos  los vascos no votaron. También se les negó la posibilidad a miles de personas de todo el Estado de poder acceder a la justicia y verdad histórica y la única luz que se ha encendido para poder avanzar en este tema, se abrió fuera de España, en un Juzgado Federal de la República Argentina.

 Hoy estamos frente la posibilidad de volver al punto de partida (la muerte de Franco),  y así poder  comenzar a transitar el camino de una “verdadera transición”, que ponga fin al franquismo, que aún está muy  presente en  todas las instituciones jurídicas, eclesiásticas  y militares de la actual “democracia española”, ósea,  goza de buena salud, más allá de la desaparición física del dictador. Con lo cual,  es de esperar al menos, que los ciudadanos catalanes, gallegos y vascos, estén preparados para defender sus derechos como pueblos – naciones  diferentes, a quienes se consideran con todo derecho como españoles y hacer valer sus propios derechos históricos, para hacer una realidad, el poder comenzar a ejercer el derecho a decidir en el futuro, con el fin de  dejar atrás definitivamente atrás esta pesadilla,  que ha sido el haber tenido que soportar vivir bajo una tutela de un estado opresor, corrupto e ineficiente, tanto durante el franquismo, como en el pos franquismo. Con lo cual, creo que ha llegado la hora de la justicia y verdad histórica para todos los familiares de ciudadanos, a los cuales no se les han respetados sus derechos elementales, como así también,  hacer posible el respeto de las naciones que hoy forman parte de este devaluado estado español, a decidir su futuro en paz y libertad,  y de esta manera poder garantizar que estos pueblos con identidad diferente a la española, puedan convertir en “nuevas repúblicas”, que el  futuro garanticen la paz,  la libertad y la igualdad para todos sus ciudadanos.

                                               Prof. César Arrondo

Observatorio de Naciones sin Estado

Coordinador del Departamento de Euskal Herria

Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales

Universidad Nacional de La Plata

 

 

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