Euskadi ¿El segundo frente?

 

Josemari Lorenzo Espinosa

El nacionalismo vasco, y el PNV en particular, siempre ha sido “compasivo” con las crisis españolas. La supeditación de los asuntos políticos vascos a los problemas españoles tiene una larga tradición en el nacionalismo y en el partido. Ya en julio de 1936, unos días antes del golpe militar, Jose Antonio Aguirre, a la sazón parlamentario español, publicaba en el “Euzkadi” un artículo manifestando su comprensión con los problemas del Estado. La actitud del que luego sería primer lehendakari era un modelo de conducta irreprochable con las necesidades del “enemigo”.

España estaba inmersa en una de sus crisis político-sociales cíclicas. Los nacionalistas habían presentado hacía tiempo su reclamación de estatuto, que permanecía olvidada en los cajones gubernamentales mas profundos. En esos días de julio, se produce el atentado y muerte de Calvo Sotelo, el jefe de la oposición al gobierno republicano. Entonces Aguirre se dirige (15-7-36) a los lectores nacionalistas:

Unos luctuosos sucesos que, como es natural, han causado profunda impresión, detienen por el momento la atención que se venía prestando al tema del Estatuto Vasco. No puede extrañarnos. La preocupación del gobierno español está en estos momentos circunscrita al tema que apasiona en tertulias y corrillos”.

En efecto, el gobierno español tenía mucho en qué ocuparse, y el representante del nacionalismo vasco en el Congreso se centraba en repasar estos problemas españoles en un largo artículo, repleto de comprensión a los males ajenos, con el que trataba de justificar la proverbial inacción política en Madrid, de los titulares de la causa vasca. Al final del artículo exponía con toda franqueza:

No creas jetzale, que el problema del Estatuto se ha olvidado por estos acontecimientos. Lo que sucede es que los sucesos han sido de tal magnitud que todo gira en torno a ellos. Mañana volverán los nuestros a la lid, ya que hoy, como comprenderás era inoportuno”.

En efecto, amigo Aguirre, nada mas inoportuno que molestar al Estado ocupante en sus tareas, cuando está atravesando sus peculiares crisis internas, derivadas de una malformación histórica, que solo puede controlar con ayuda de otros. ¿Cómo vamos a incordiar a quien ya está siendo incordiado por sus propios errores?. Lo “nuestro” puede esperar a mañana. Lo de España, en cambio, conviene arreglarlo hoy. No sea que estemos en el mismo barco y nos hundamos todos. De este modo, la comprensión piadosa de las necesidades, la crisis y las pausas del Estado ocupante, se convirtió con Aguirre en práctica de cortesía política habitual. Llegando a nuestros días. Y alcanzando un virtuosismo indescriptible bajo el cerebro de Ortuzar. Y eso que nuestros días son los de la gran ofensiva catalana. De la que habla hasta Obama.

Desde hace unos años, a España se le ha abierto un frente en Catalunya. Un frente cívico y político. No militar. Pero también difícil de atajar. En este frente los catalanes caminan solos desde hace tiempo. Les hemos dejado solos…Porque la deserción del nacionalismo vasco es notoria y vergonzosa. Su presencia se resume a unas pocas palabras de consuelo, a unas presencias mediáticas y a una copia de la teoría del inoportunismo expresado por Aguirre en 1936.

Cuando muchos piensan que sería el momento de la ofensiva política vasca, de la apertura de un segundo frente, la fuga nacional vasca no puede ser mas escandalosa. La izquierda nacionalista tratando tímidamente que se reconozca su trabajosa hoja de ruta hacia…¿donde?. La derecha peneuvista, pidiendo mas genuflexiones que acciones. Y Ortuzar diciendo, o casi, que pedir la independencia es infantil. Que primero hay que condenar a ETA.

A ninguno se le ha ocurrido siquiera una de esas habituales fotos de campaña. Un mitin de apoyo. Ni siquiera una manifestación o concentración popular en favor del proceso catalán. Tal vez una campaña de divulgación social de lo que está pasando en Catalunya…Mucho menos cumplir con su deber nacional de exigir la independencia incondicional vasca en las instituciones, con apoyo explícito a la independencia catalana.

No es raro que los comentarios, en la calle, giren en torno a la pérdida de posiciones reivindicativas vascas, frente a las catalanas. Euskadi ha pasado de ser el primero del ranking nacionalista a desaparecer de el. Y algunos dicen que desde que no está ETA hay una parálisis cerebral manifiesta, en los dirigentes. Y que las formas protocolarias de Aguirre, mezcladas con las argucias dialécticas de Arzallus, dominan el desolador panorama político vasco.

¿Qué pasaría si los vascos se unieran, con el empuje político que parecían tener hace solo unos años, a la lucha política contra España, que llevan en exclusiva los catalanes?

No es necesario insistir en que si al enemigo le van mal las cosas, lo mas acertado es profundizar en ellas…Salvo que, como fue el caso de Aguirre, el enemigo no sea el enemigo.

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