Los historiadores del totalitarismo

Mayor Oreja ataviado como “Doctor Honoris Causa”.

Artículo de colaboración para Eusko Lurra Fundazioa de  Josemari Lorenzo Espinosa

Por fin los “historiadores”. Catedráticos bien pagados. Se han hecho cargo de la memoria histórica. Tal como pedía Mayor Oreja, en 2007, cuando le pidieron que condenara el franquismo. Y se negó. Mientras a los demás les obligaban a hacerlo. Por fin un informe encargado. Y pagado con dinero público. Para variar. Por fin un Instituto, el Valentín Foronda. Lejos de toda sospecha. Salvo la de su condición de pesebre oficial de Lakua. Y por fin cien folios. A los que ha accedido (¡oh cielos¡) el sabueso Azpiolea. Desde las etólogas páginas de EL País. Por fin los historiadores condenan a ETA con sesudas conclusiones académicas. Cosa que, hasta ahora, estaba en el aire.

Según las noticias del célebre don Luis R. Los historiadores oficiales confirman la maldad instrínseca de ETA. Y, por contraposición, la bondad angélica de las fuerzas del orden ocupante. Tras una emérito trabajo de indagación en videos, novelas y otras bases de datos no menos intachables. Ahora sabemos, definitiva y académicamente, que ETA no nació, creció y evolucionó por culpa de un conflicto nacional y social. Ni siquiera porque sus padres les engañaron. Como sostiene el laureado Juaristi, copiando a Kipling. ETA procede, por fin, de la maldad universal del totalitarismo. Y actúa en su nombre, con el único objetivo de “asesinar a los demócratas”. Que, por supuesto, pretenden el bien social. En especial de las empresas del IBEX.

Son tan ecuánimes los autores y tan sagaz la interpretación del sabueso, que por fin sabemos por última vez que aquí no ha habido conflicto político que justifique el recurso a las armas. Ni tampoco se le espera. Y nos enteramos que los profesionales historiadores, a la sazón, caciques departamentales (dicho en sentido meliorativo de “señor de vasallos o superior en alguna provincia o pueblo de indios”), han descubierto el gran resplandor que iluminará el próximo periodo de elecciones. Y que se resume en que ETA no era mala, sino malisima.

Esta escuela forondiana, del “totalitarismo”. Tiene una ebria particularidad. El desconocimiento del fondo político en la actividad de ETA. Y la negación de una relación de continuidad histórica, con los graves hechos perpetrados por la ocupación de los territorios vascos, desde el s. XIX. Hechos contra el pueblo vasco en general y los trabajadores en particular. Incluyendo el asalto fascista de 1936. Y la represión sumaria durante cuarenta años. Cuyo saldo mas conservador sitúa en unas doscientas mil víctimas, los vascos muertos a manos de españoles.

A pesar de intitularse historiadores. La historia de los totalitaristas empieza siempre casualmente, con los primeros disparos de ETA en 1968.  Sin tener para nada en cuenta los de la historia anterior. Que en esta versión desaperece extrañamente.

El daño causado por ETA hasta ahora había sido definido de muchas maneras. Simple terrorismo. Locura. Venganza. Extorsión mafiosa…etc. Faltaba lo de “totalitarismo”. Que solo puede mover a risa. Ya que totalitario solo se predica del carácter intervencionista total de Estado. O de las actitudes y proyectos, que contemplan su ocupación para convertirlo en eso. Pero no de un grupo cuyo programa consiste precisamente en atacar a este tipo de Estado, para forzar una simple negociación. De mínimos democráticos.

El sensacional descubrimiento del totalitarismo en ETA. Que el genial Azpi pone en boca del catedrático Castells,. Ilumina con su magno resplandor la noche de la izquierda abertzale. Sumergida hasta ahora en la incertidumbre, entre el pasado o las urnas. Tesis de gran calado. Asegura el asombrado gacetillero. Y que se demostraría no por su programa, discurso político, textos o conclusiones de sus asambleas. Sino porque durante la dictadura. ETA solo mato un 5%. ¡Con lo que podía haber hecho¡ Con todo a favor. Incluidos historiadores, políticos y periodistas españoles de la oposición. Según esta tesis, si ETA hubiera matado mas franquistas, hoy sería una banda democrática.

El periodista nos hace la merced de no recordar los atentados de esta época. Tan gordos como el de Carrero Blanco o Melitón Manzanas.  Pero refrota contra el lector las 336 personas “que la banda asesinó durante la Transición“. Entre 1976 y 1981.  El informe establece otra etapa, llamada de “consolidación democrática”. Hasta el 94. En la que cayeron 435 personas. Y una final, que la escuela totalitarista no califica, pero que bien podía ser de la Corrupción a Mansalva, en la que cayeron 98 personas.

En una lectura mas neutral de este informe, resulta que en los últimos siete años de franquismo, ETA estaba casi desarmada. O como dijo Eskubi mas armada de las ganas de armarse. Entre otras cosas utilizaba pistolas del periodo de la guerra. También resulta, que en estos años y, en parte gracias, a la acción contra el presidente Carrero, ETA paso a ser conocida, y en muchos casos, admirada mas allá de todas las mugas, Y, por ETA según Patxo Unzueta , que lo sabe muy bien porque era uno de ellos, pasaron como si fuese una escuela política o sindical, numerosos militantes de izquierda.

Después resulta que lo de transición y consolidación democrática, todavía se discute. Pero en todo caso, la abundancia de acciones armadas de ese tiempo (1981-2010), como todo el mundo sabe menos los totalitaristas, trataban de forzar una negociación con el Estado. Cosa impensable en el periodo franquista. Negociación de mínimos (Alternativa KAS), por cierto y nada totalitaria. Pero que a los totalitaristas no interesa.

Reivindicación de la que muchos (entre ellos el entonces lehendakari Garaikoetxea) dijeron que era perfectamente democrática y negociable. Esto no tiene mucho de totalitario, según saben y callan los historiadores. A no ser que les hayan pagado para decir lo contrario.

El totalitarismo no se puede definir bien, ni demostrar fácilmente con acciones, batallas, emboscadas o ekintzas de cualquier tipo. Una batalla, un atentado no es totalitario. Lo puede ser quien lo ejecuta. Pero esto se demuestra con documentos. No con estadísticas. Se demuestra con los documentos políticos. Y la lectura de intenciones, declaraciones o propuestas como la alternativa KAS. Que Azpiolea no desconoce. Y que todos sabemos que no era precisamente totalitaria.

Con su juego de porcentajes y fechitas, el artículo y el informe, intentan ocultar una verdad que ni siquiera los académicos en su ignorancia interesada pueden desconocer. ETA no ha probado, en ninguno de sus documentos o actividades, ninguna vocación totalitaria. Se trata solo del penúltimo descalificativo de perversión. Para seguir denigrando a un grupo armado. Y a través de el comprometer a la izquierda aberztzale. Con las siempre sucias trampas electoralistas.

La Escuela totalitarista, a sueldo del Gobierno vasco. Ha incurrido en un presentismo vulgar de defensa del Estado. Y esto si que lo inventaron los regímenes fascistas totalitarios en los años treinta. Aunque lo aprovechan excelentemente los actuales gobernantes. Los autores del Informe, con sus lentes gubernamentales solo ven una “banda armada” en este asunto. No como en Irlanda, que eran dos. Dicen. Y como no podía ser menos, ocultan la condición armada del Estado y sus funcionarios.  Cuando se pretende una acción propagandística. Y criticar el terrorismo del otro. Se suele descuidar el papel armado de las fuerzas armadas legales. Y de sus bandas aledañas (BVE, GAL…), que solo merecen un pequeño párrafo al final del artículo, de El País.

El Estado y sus funcionarios, se sabe muy bien y de fuente directa, no disparan con flores. Pero lo profesores-historiadores no dicen nada de la acción armada, de una banda que se llama Estado y sus delegados autonómicos. Será por aquello de no morder la mano que te da de comer.

Mientras no se demuestre lo contrario, los Estados son los únicos que pueden tener una acción totalitaria en la práctica. Y contribuyen mas que nadie a consolidar la creencia de que la lucha armada es eficaz, porque frente al enemigo nunca se desarman. Ellos hacen las leyes. Y las aplican, Monopolizan la violencia. Señalan como terroristas, y totalitarios, a sus enemigos. También financian a los intelectuales orgánicos para que le ayuden con sus “investigaciones”. Claro que esto Azpiolea ya lo sabe. Es uno de ellos.

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