Orereta

Articulo publicado por “Borroka Garaia”

http://borrokagaraia.wordpress.com/2013/02/11/orereta/

También conocida como Errenteria, es un pueblo de Gipuzkoa, el tercero en número de habitantes, solo detrás de Donostia e Irun. A nivel mediático, desde siempre ha sido relacionada con “la violencia”, y si bien es cierto que la violencia, no abstracta y sí con profundas raíces, ha ocupado y sigue ocupando parte de la vida cotidiana como en la mayoría de pueblos vascos en mayor o menor intensidad, en pocas ocasiones se ha hecho un análisis de lo que significa realmente este pueblo.

No es casualidad que las zonas de Pasaia – Orereta junto a las macro-zonas industriales de Iruñea, Gasteiz, el valle de Urola, el alto Deba, Bilbo y sus zonas de influencia conocidas como el “gran Bilbao”, entre otras, sean el sustento histórico del nacionalismo revolucionario. Tanto a nivel teórico como práctico. Ahí se han dado las mayores contradicciones sociales a diversos niveles. Y es que las zonas de mayor densidad obrera de Euskal Herria han generado la llama de la lucha revolucionaria vasca, cosa que es bastante lógica y no sorprende por otra parte, aunque se pueda olvidar.

Orereta-Errenteria protestas 1977

Protestas en Orereta-Errenteria en 1977

Teóricos y militantes inmortales, organizaciones imprescindibles y movimientos decisorios… tienen algo en común y no estoy hablando de ideología, ni de relaciones estructurales, ni simbólicas, ni mucho menos de la patraña del “todo es ETA”. Sino simplemente del motor de la historia y de donde se encuentra.

En el franquismo, Orereta se convirtió en uno de los símbolos de la lucha obrera vasca y pesadilla del capital y del régimen español. De esta forma fue uno de los objetivos prioritarios de cara a la represión. Y tampoco por casualidad, ya que se dieron las condiciones. Unas condiciones que fueron creadas en similares circunstancias al propio surgimiento del nacionalismo revolucionario histórico que recogía la tradición obrera y socialista de capas de emigrantes fundidos con el nacionalismo vasco combativo. De la misma forma que el puño rojo se funde con la hoja de roble.

Durante la falsa “transición” o reforma franquista, no fue muy diferente. Orereta fue un punto álgido de oposición a la farsa también pagándose con dura represión. Una represión que en las calles se chocó con la juventud y la clase trabajadora que le plantó cara, hasta hoy. En 1979 un policía español mató a la salida de una discoteca de Orereta a Vicente Vadillo Santamaría. Ahí surgió EHGAM y después se extendió por toda Euskal Herria. Es solo un ejemplo de otros muchos más de la rapidez de un pueblo que ha estado despierto.

El grado de combatividad de Orereta, su carácter obrero, sus múltiples dinámicas asamblearias y de lucha, su movimiento popular insobornable siempre han sido un desafío para el sistema español y para la burguesía autóctona. Algo que molesta en extremo. Una pieza a cazar.

Si un día ha de apagarse la llama revolucionaria en este país, si un día olvidamos de donde venimos y a donde debemos ir, si algún día la credulidad del oprimido se hace hegemónica, eso significará que pueblos como Orereta han dejado de ser brújula y guía. Ese día no ha llegado aún y esperemos que nadie intente apagar la llama revolucionaria de Orereta.

Orereta movilizaciones 1977

Orereta: Movilización de 1977

Orereta movilizacion hoy

Movilización actual en el mismo sitio

        

 

 

 

 
La reconciliación es un proceso post-conflicto, y el conflicto no ha terminado. Si alguien cree que se avanza hacia la resolución del conflicto mediante la reconciliación sin justicia está en su derecho y es legítimo pero también existe el derecho a decir que una aspirina no cura la fiebre y no ayuda a entender que es lo que la produce para poder atajarla. Y es que la ausencia de confrontación es lo que asienta la injusticia imposibilitando la paz. Y confrontación no es siempre sinónimo de violencia aunque para algunos sea muy difícil o complicado de entender.

El conflicto político ha causado y causa mucho sufrimiento. Euskal Herria tiene derecho a la libertad y acabar de una vez con el sufrimiento. Y mientras la opresión nacional y social exista, serán intereses irreconciliables con la paz y la justicia.

A todos los hombres y mujeres de Orereta y a toda la juventud que a lo largo de las décadas nunca ha dejado de luchar porque sabían que era el único camino para la verdadera paz y libertad.

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