Otra Historia de Baskonia y III (futuro)

Patxi Azparren. Licenciado en Antropología Social y Cultural

Acaba la segunda parte con un pequeño juego, imaginarnos a una/un investigadora con una máquina del tiempo capaz de ir al pasado. Ese/esa investigadora conocedora de las sociedades actuales, en algún momento concreto, denominaría Euskal Herria(k) a la población que encontraría en esta zona del mundo. Sin embargo, probablemente (supongamos que estamos en la Vasconia altomedieval) sus habitantes no utilizarían ese término. Es más probable que la autodenominación “euskalduna-eskualduna” sea mucho más antigua que el término Euskal Herria. La/el buen investigador sabe que debe recoger el término original que los pueblos se dan a sí mismos. De este modo se debe llamar !Kung a lo/as bosquimanos; Inuit a lo/as esquimales de Alaska o amazigh a las/os bereberes.

En lo que respecta a Euskal Herria, parece que la autodenominación, en los últimos siglos al menos, es “euskaldunak-eskualduna” y no hay dudas de que lo que significa en este último periodo histórico es, el conocimiento del euskera. En ese sentido, es célebre la frase de Víctor Hugo “el euskera es una patria”. Es seguro que en otros tiempos habría otro tipo de denominaciones, o que ni siquiera hubiera una denominación común hasta que los pueblos del euskera entraran en contacto permanente con pueblos o personas de otra lengua, o hasta que parte de su población empezara a perder su lengua original.

Siguiendo esta línea argumental, la que indica que la autodefinición de los últimos siglos se hizo por medio del conocimiento del euskera, el/la investigadora llegaría a la conclusión de que debiera investigar aquellos rasgos culturales encontrados en la población euskaldun a fin de intentar encontrar expresiones culturales características, fueran genuinas, sincréticas, adaptadas o copiadas.

Continuando con nuestro juego, ahora, enviaríamos a una persona con capacidades de interpretación intercultural nacida hace, digamos, diez siglos, y la animaríamos a investigar la Euskal Herria actual. La llamaremos “Haizene”. Intentemos imaginar qué redactaría en su resumen de trabajo de campo.

Tras un periodo de adaptación al euskera actual, comenzaría su trabajo. En primer lugar, habría un gran contraste entre lo que encontró Joxe Migel Barandiaran y lo que encontraría Haizene.

Barandiaran entrevistó a cientos de personas, muchas de ellas euskaldunes monolingües, que conservaban relatos o costumbres transmitidas en su medio familiar. En aquel momento, aún, el primer sector de la economía tenía gran importancia y lo valores socioculturales del mundo rural estaban muy presentes. Haizene, en cambio, encontraría un enorme conjunto de situaciones paradójicas en las que habría fenómenos de aculturización, reculturización, continuidad, ruptura, invención…pero, sobre todo, minorización. Y todo ello, en un marco donde se ha extendido a todos los rincones el modo urbano de poblamiento.

Barandiarán recopiló datos de una forma de vida que estaba a punto de desaparecer casi completamente; ahora recopilaríamos datos del intento de adaptación de Euskal Herria, la “euskal kultura” y el euskera al nuevo marco de Sistema-Mundo en los inicios de la llamada Era Panetaria. Exponía este tema en este artículo: http://www.berria.eus/paperekoa/1832/023/001/2015-10-16/euskal_herria_aro_planetarioan.htm

(nota 1: utilizo euskal kultura en el sentido que el filósofo Ibai Iztueta expone en su libro “euskal kultura versus cultura vasca).

Paradojas

Una de las grandes paradojas que Haizene encontraría y apuntaría en su cuaderno: sería la tasa de utilización del euskera, la más baja de la historia, 13%. Conocimiento del euskera: %30. Utilización habitual casi exclusiva del francés y castellano, en torno al 85%. Por lo tanto, como observadora objetiva, Haizene debiera apuntar que el proceso de sustitución del euskera por las lenguas de los Estados español y francés prosigue y que en las últimas décadas ese proceso simplemente se ha ralentizado en algunas zonas.

Pero como buena investigadora realizaría un estudio comparativo para añadir matices a los datos encontrados. Buscaría un momento histórico previo a los grandes cambios del mundo actual, encontrando lo siguiente:

A mitades del siglo XIX, esto es, antes de la industrialización y de la aplicación de las medidas higiénicas que hicieron crecer exponencialmente la población, en Euskal Herria había unas 820.000 personas. La mayor parte viviendo en el mundo rural, casi todas analfabetas y con más de 300.000 personas monolingües discriminadas sociocultural y económicamente, en un contexto en el que había triunfado el modelo de Estado-Nación unitario en su forma original francesa o en su copia hispana. Es aquí donde nos aparece una de las paradojas.

En 2016 el número de personas que sabemos euskera es el más alto que ha habido jamás, porque de hecho supera a la población total que había a mediados de siglo XIX, y además ciento de miles estamos alfabetizados en euskera y se puede desarrollar cualquier tipo de disciplina científica, social, técnica en euskera. Pero a su vez, tenemos la tasa de utilización más baja. Así la paradoja consistiría en estar en la mejor y en peor situación al mismo tiempo.

A esto añadiríamos otras dos paradojas: la identitaria y el prestigio social. Las personas monolingües euskaldunes ocupaban las capas sociales más humildes en el siglo XIX, y precisamente esas personas con un entorno cercano monolingüe no desarrollaron identidades de tipo nacional. El euskera carecía de prestigio social y las identidades giraban en torno a los recién creados Estados-Nación, el entorno cercano, la situación socioeconómica, la religión, la tarea cotidiana etc.

Ahora, en cambio, cuando, también por primera vez en la historia, la población de origen autóctono (con todo lo resbaladizo y matizable que es el término) es minoritaria, gana prestigio la identidad euskaldun, vasca, basque, navarra o euskalherritarra. Además, saber hablar y escribir en euskera da un plus social y un plus adaptativo a la compleja situación producida por la globalización y la entrada de pleno en la Edad Planetaria.

Nota 2: (evidentemente que me refiero a población autóctona aplicando todo los matices que la antropología social y cultural aplica a ese término, huyendo de los biologismos que puede plantear quien reivindica su pertenencia nacional a la transmisión familiar-genética; o el otro biologismo que hace chistes de quien valora su origen familiar)

Baskonia, Euskal Herria, Euskal Errepublika

Desde la perspectiva actual, considero que es correcto llamar Euskal Herria a las dos Vasconias que aparecen en los textos de visigodos y francos, por ser una zonas poblada por los pueblos del euskera (o protoeuskera). Seguramente con un entramado confederal sin cabezas políticas o administrativas centralizadas, en un contexto (como siempre) dinámico y cambiante con diferencias importantes según la comarca. Pero diferenciadas de los poderes políticos postromanos, cristianos, germanos, guerreros, patriarcales y centralizadores que representaban godos y francos.

También es correcto llamar Euskal Herria a las personas que vivieron la transformación del mundo rural a la imposición del modelo de Estado-nación y el capitalismo. Ahora nos toca adaptar Euskal Herria a la nueva era.

Bernardo Atxaga reivindicó el término “Euskal Hiria”. Y en efecto, desde ese momento al actual, nos hemos incorporado plenamente al Sistema-Mundo, de una forma más periférica, por ejemplo, que los londinenses actuales (London: ciudad situada en Inglaterra, pero una de las metrópolis del Sistema-Mundo que ha votado contra el Brexit), pero plenamente incorporados/as a la Era Planetaria, al Antropoceno y la Era Digital. Los territorios del euskera y sus gentes son parte cercana a los centros del Sistema-Mundo. Sin embargo, Atxaga falló en su predicción. Lo que ha nacido es una Erdal Hiria , llamada parque temático Basque Country en las tarjetas para turistas. Esa Erdal Hiria compleja tiene unos cuantos barrios (y cientos de miles de personas de diversos origenes) donde el euskera y la “euskal kultura” del siglo XXI está viva y sigue creando otras formas de ver el mundo.

Euskal Herria no pudo hacer la transición al Estado-Nación al estar bajo jurisdicción político-militar y jurídica de los Estados español y francés. Esa etapa histórica pasó. Ahora nos toca esforzarnos en adaptar Euskal Herria (Erdal Hiria) a la nueva era. Ahora ya no se hace a modo de los estados-nación decimonónicos. En cambio, Euskal Herria(k) puede transformarse en euskal errepublika (k) y para ello necesita no tener ataduras ni limitaciones jurídicas con los dos Estados que han ahogado la evolución autónoma de Euskal Herria.

Nos resistimos a aceptar que otros piensen globalmente para limitarnos a calcar sus propuestas en lo local. Todas las culturas del mundo, ahora, pueden pensar y actuar en global y en local. Esa es nuestra interesante aportación. Esa es nuestra ventaja adaptativa, porque al contrario de lo que nos quieren hacer creer, la lengua y la cultura, no son solo comunicación, son pensamiento, creación y constructor del ser.


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