QUE PASARA DE AQUI A DIEZ AÑOS…?

Artículo de opinión de Jose Mari Lorenzo Espinosa

No conseguiremos nada, hasta que no saquen los tanques a la calle”. Esta frase de G.P., un militante de ETA, a principio de los setenta en una reunión iniciática, nos dejó con la boca abierta y el alma en suspenso, al grupo de amigos que le escuchábamos.

Después del juicio de Burgos (1970) la causa vasca había conocido una extensión y popularidad en España y en Europa, sin precedentes, gracias al sacrifico y riesgo asumido por un sector de militantes. La represión del Estado empezaba también a extenderse y hacerse cada vez menos selectiva, intentando atemorizar a todos. Sin embargo, el compromiso personal de muchos, incluidos algunos etorberriak, hizo posible que ETA se convirtiera en un sólido grupo resistente, capaz de plantar cara al Estado y llegar a ser su peor enemigo, durante la Transición y mucho después. Y que la causa vasca fuese un asunto político de primera magnitud.

La frase sirve también para ilustrar la teoría, entonces emergente, de la llamada espiral acción-represión-acción. Se confiaba en que a cada acción de ETA, el régimen respondería cada vez con mas dureza. Como así era. Este aumento de represión, menos selectivo y que afectaría a sectores hasta entonces indiferentes o tibios, podría facilitar y justificar de suyo nuevas acciones. Y así, convertirse en una espiral de violencia insoportable para los ocupantes, “hasta que sacaran los tanques a la calle”. Y definitivamente la cuestión de la independencia vasca se planteara en términos de lucha radical. Era al menos lo que los teóricos de la organización armada de la época esperaban.

Diez años después de aquella frase, es decir en los años ochenta, en algunas ocasiones los tanques estuvieron a punto de salir. No los vimos por las calles, salvo en los desfiles, o en la Valencia del 23-F. Pero si vimos tanquetas, y cosas parecidas, a menudo. Las pudimos ver hasta en el centro de Bilbao, pavoneándose ante sorprendidos ciudadanos, que no sabían que estábamos en guerra. La “guerra del norte”, como la llamaban ellos.

En aquellos años, también eran frecuentes los controles amenazantes, bajo las metralletas de los geos, los camiones de agua, las pelotas asesinas (que se estrenaron hacia 1973), los disparos a matar (tipo ley de fugas) y otras delicias de la violencia estatal, como los ruidos de sables o las apariciones de boinas verdes (élite de la lucha antiguerrillera) por cualquier lugar de nuestra geografía. Siempre aderezadas con detenciones nocturnas, interrogatorios de tortura, amenazas diversas, juicios, multas y un largo etcétera.

 

Nosotros

 

Algunos dicen que esa época ya ha pasado. Que ya no hay guerra del norte. Que nosotros los de entonces, ya no somos los mismos. Incluso una mayoría ni siquiera cree en la improbable reaparición de la lucha armada. Al menos en los términos conocidos hasta hace poco. La represión se mantiene, es cierto, y para algunos es inmisericorde. Pero también es cierto que cada vez es menos aparatosa. Se hace mas al detalle. Se trata de una represión acupuntura, que ataca puntos neurálgicos y dolorosos, como presos, activistas políticos liberados, abogados, asociaciones antirepresivas, actos mínimos de simpatizantes etc. Y las tanquetas y los tanques están en modo “pausa”.

Esta represión selectiva, cuenta con el apoyo explícito y activo de “nuestra” autonomía política. Sobre todo cuando el PNV o el PSOE se convierten en su sujeto agente. O implícito, cuando la oposición y la izquierda no la denuncian, ni la rechazan suficientemente. Con la energía y fuerza política, con que antes se hacía. Esta represión incluso ha perdido su carisma mediático. Parece adormecida, cuando los grupos de control informativo se confabulan, para que ni siquiera aparezca o no lo haga demasiado. Las intervenciones judiciales y políticas, contra lo que ellos llaman “el mundo de ETA”, ya no venden. O lo hacen menos que la corrupción, las mareas sociales o el florido pensil catalán y griego. Son los mismos medios que ensalzan la política pro-víctimas, los actos y homenajes casi diarios y se preocupan de tratar con el debido respeto y la información necesaria, a todos…Menos a los nuestros. Que cada vez son mas marginales.

En los últimos tiempos, incluso, se está tocando un fondo muy delicado, con la participación de grupos como Bildu de Gazteiz, en actos de homenaje a “las víctimas del terrorismo”. Sin que haya ninguna contraprestación de la otra parte. Ni estén justificados por un razonamiento, que exigiría una amnistía previa, una reconciliación mas o menos consensuada, un real proceso de paz o muestras semejantes de “cordura” y sentido político, en el otro lado.

Por el contrario, la utilización a mansalva del marco institucional y las servidumbres que conlleva, y de las que según parece no hemos sabido librarnos en los últimos años, hacen que la militancia y demás simpatizantes observen la situación con preocupación, aunque desde dos puntos de vista. Uno pasivo, esperando que los líderes no puedan equivocarse. Y que lo que proponen y lo que hacen, es el único camino posible en este momento. Y otro, mas crítico, que mira con escepticismo y un cierto abandonismo la evolución hacia un posibilismo sin sustancia, del antes Movimiento Vasco de Liberación Nacional. El MLNV que dijo Aznar.

Cada vez hay mas comentarios “sordos” y conversaciones “mudas”, ante el nuevo cauce de participación y moderación que ha sustituido hoy a los “tanques en la calle”. Y sobre todo, por la falta de energía política en algunos cuadros y representantes, que retroceden cada vez mas sin límite conocido. No es ajeno, sino fiel reflejo de esta situación, el descrédito en que han caído algunos medios de prensa. Que siempre, y en los momentos mas duros, habían ido por delante de las iniciativas y propuestas de la resistencia vasca. O, también, la forma en que el mundo académico vasco, compuesto por intelectuales orgánicos subvencionados y serviles, se suma ansioso a cualquier campaña contra ETA. Y si es preciso, por exigencias del guión, contra el independentismo. Venga de donde venga…el dinero.

 

Ellos

 

Con la eternización insoportable del PNV, el PSOE y PP en el poder, las presiones del mundo victimario se han colado en todos los ámbitos. Empezando por la Comunicación y siguiendo por la Educación. Una reciente muestra autonómica de esta toxina, es la aparición de trabajos pseudoacadémicos y de textos, con la delirante acusación de totalitarismo a ETA. Basada exclusivamente en unas cifras estadísticas. Y en el aliento institucional en el cogote de los autores. Todo un dechado de investigación histórica.

Los palafreneros de esta causa gubernamental, son la propaganda mediática y el apoyo dinerario, que los gobiernos vascos y españoles, la están prestando. Sin que la oposición (?) se oponga con la suficiente energía. O con la profundidad y capacidad de agitación política anterior. En este terreno, hemos perdido estrepitosamente la batalla dialéctica. También la de las formas y los modos. Y si seguimos así se reproducirá, entre nosotros, el caso Grapo con su abandono y marginalidad. La gente considerará que la cuestión vasca ha sido una cuestión marginal, magnificada y sostenida en exclusiva por un grupo desaparecido de “terroristas iluminados”.

La gente no comprenderá los motivos de la resistencia vasca. Y nadie, ni siquiera sus antiguos simpatizantes, se atreverá a decir que tuvo, y tiene todavía, motivos y razones históricas. A cambio habrá artículos y pensamiento intelectual, dedicados a discutir normas forales, cuotas y cupos. Y otras leyes menores. O sea, sobre asuntos de fiscalidad y renta per cápita. Como hace, entre otros, Patxi Zabaleta. Histórico abogado, fundador de HB y que ya pasó en su día de la sentencia “ETA sobra”, al grupete de “Independencia para qué”… si tenemos un buen Concierto y una excelente renta por habitante.

Una vez Iulen Madariaga me decía, en una recordada conversación: “Se empieza renunciando a la lucha armada, luego viene el rechazo táctico a la independencia, finalmente se deja de ser nacionalista…”. Y después?…Después esperan (esperaban) Euzkadiko Ezkerra, el PSOE, UP y D….etc. Y tal vez Aralar, EA, Bildu…Y alguno mas, que ni siquiera me atrevo a decir.

El problema político que dio origen a la lucha armada será para ellos, un invento de conspiradores y activistas paranoicos. Como ya se dice de la nación y la nacionalidad vasca, “invento” de los hermanos Arana. En todo caso, la independencia y la lucha política radical pasarán a un segundo plano. Se acercarán cada vez mas al mismo desierto de la lucha armada desaparecida. Y se rendirán ante los problemas de la vida cotidiana. Que aconsejan al nacionalismo fiscal, aquel célebre “sentirse cómodo en España”. Luego, con el señuelo de la renovación autonómica. Y una plácida estancia en el “nuevo” estado federal, que preparan PSOE y PODEMOS, y que no será otra cosa que el mismo estado autonómico actual, con ampliación de competencias engañosas, se hará definitivamente digerible la dependencia de España. O sea, el bodrio de Ibarretxe: Un estado libre, pero dependiente de una asociación con España.

 

Vosotros

 

Qué puede pasar en los próximos años?. En unos años. En una legislatura… Cómo ver esto, de aquí a diez años?…O tal vez menos. ¿Qué pasará con la situación actual?…Con los presos, con sus familias. No es fácil responder. Y siento no poder ser mas optimista. La situación es mala. Grave. Tal vez estemos en un reflujo generacional. Una especie de calma…Una tregua, que sigue al cansancio de la larga lucha, traicionada por muchos políticos y que, por eso, ha producido menos fruto de lo esperado.

Pero tal vez puede ser, también, la calma que precede a la tormenta. Una falsa calma. Alimentada de cansancio y alguna frustración. Conducida por políticos, también cansados, que solo tienen una salida: hacer mas cómoda esta lucha. Porque es lo único que saben hacer. Aunque esto sea algo que nunca ha servido para contentar a los vascos nacionalistas. Y mucho menos a los jóvenes independentistas.

Una opción, un escenario posible, inmediato, no es otro que seguir la actual línea decadente. Plegándose, poco a poco, a las exigencias del Estado, aunque sin pasar algunas líneas, que además de dolorosas serían contradictorias… y explosivas. En sentido literal.

Por ejemplo: pedir perdón, reconocer que os habéis equivocado y aceptar que no hay ni ha habido un problema político. Y que todo ha sido cosa de unos jóvenes exaltados, que creían que “matando iban a conseguir algo”. O sea, como decía Iulen, no renunciar a la lucha armada, también al nacionalismo, al independentismo. Y finalmente, pedir perdón, por todo lo que significa ser uno mismo.

Esta línea terminaría, tal vez, por lograr una especie de “reblandecimiento” de la dureza del Estado y una lenta reinserción de quienes aceptaran reconocerse culpables. Para todos los que todavía estáis presos. Presos políticos en las cárceles de España y Francia. Incluso después de haber sido juzgados y pagado con la cárcel, se mantendría la política de arrepentimiento personal. Lo que sabe demasiado a cierre en falso de una situación histórica grave. Cuando no hay nada a cambio.

Pero es lo que pretende, a grandes rasgos, la cerrazón sin razón del gobierno de España. Y (peor aún) el plan de memoria conciliadora del gobierno vasco: reconocimiento de unos y otros, pero solo en el plano de “víctimas y verdugos”. Sin conceder razones históricas, ni justificaciones políticas a las resistentes. Sean políticos o militares. Porque entonces se les caería todo el entramado de la falsa reconciliación.

Sería su trampa dialéctica: reducir la lucha armada y la violencia de justificación política, desde 1968 hasta hoy, a una “locura mutua equivocada”, en la que muchos han sufrido. Y de la que solo cabe pedir perdón y reconocer a las víctimas de un lado.  Salvando las contradicciones que no tuvieron, ni tienen, quienes por motivos políticos, utilizaron las armas. Y como mucho, admitiendo que contra Franco valían las armas…Pero contra esta democracia-basura solo vale el sometimiento.

A buen seguro, semejante propuesta contará con la extraviada aceptación gubernamental, cuando el PP ya no esté en la Moncloa. Pero no servirá mas que para cerrar en falso, otra vez, unas heridas que se podrán reabrir continuamente. En esta dirección, podía darse un supuesto de mayor flexibilidad estatal. Sería el caso de un gobierno del PSOE, apoyado por Podemos. Y por supuesto el PNV, los catalanes, y es posible que hasta Sortu, Bildu etc. Este gobierno con alguna reforma constitucional. Mayores concesiones autonómicas y bajo el nombre de “Estado Federal”, pasaría otra vez como en el 78 por la puerta de servicio las reclamaciones nacionalistas de vascos, catalanes, gallegos, canarios etc.

Como consecuencia, permitiría suavizar la venganza represiva y las políticas penitenciarias de quienes, al fin y al cabo, tuvieron “motivaciones políticas” para coger las armas. Según aceptaba la Ley de Amnistía de 1977. Entonces, habría traslados, excarcelaciones por enfermedad o por cumplimiento parcial. No aplicación de cadenas perpetuas, regreso de exiliados etc. Para facilitar esto, tal vez ETA se reservaría una carta: escenificar su desaparición total…Incluida entrega de armas, petición oficial de perdón, auto-disolución etc. Una rendición en toda regla, no motivada por la derrota militar que sería lo de menos, sino por la mas grave derrota política. Porque el derecho de autodeterminación seguiría en el limbo.

Nadie os puede pedir cuentas por esto. Yo menos que nadie. Vuestro sacrificio ha sido enorme y nunca hemos sabido estar a esa altura. Ninguno de nosotros. Pero sobre todo los responsables políticos de hoy y de antes, que no han acertado, a pesar de algunos esfuerzos a veces encomiables, a impulsar un movimiento radical, social y político, que hubiera hecho innecesario el recurso a las armas. Nunca desde los años del exilio de postguerra. Nunca desde los años cincuenta, hasta la actualidad, los políticos en activo (clandestinos o legales) han tenido un comportamiento decidido, para evitar que se tuvieran que utilizar otras vías. Desde Aguirre hasta Otegi, pasando por Arzalluz o Garaikoetxea y los demás, las fuerzas políticas nacionalistas vascas (sin que esto sea meterles en el mismo saco, ni ignorar sus diferencias) han desperdiciado importantes ocasiones políticas y sociales, para impulsar o proclamar la independencia. Y no han sabido ofrecer a los militantes armados un escenario político y social satisfactorio, que impidiera el recurso a la violencia.

 

Un votante un voto. Muchos votantes… España

 

Este suave giro, de un supuesto gobierno socialdemócrata español, la clase política en general lo vendería como una nueva reconciliación-transición, sin necesidad de amnistías generales, nuevos reconocimientos etc. De modo que no habría revisión alguna del concepto “problema” vasco. Ni su consideración como “conflicto político”. Sino un éxito rotundo de lo que dice el aberrante art. II de la Constitución. O sea, que las “nacionalidades y regiones” que integran España, tienen “derecho a la autonomía”. Incluso a llamarse nacionalidades federadas. Pero no mas. Y que la unidad de España es indisoluble, porque es “la patria común e indivisible de todos los españoles”. Y que el Estado autonómico-federado español es el mas avanzado del mundo.

El resultado de esta “revolución” tranquila, sería una nueva transición. Una fórmula similar a la de 1978, que esta vez se vería actualizada por el refrendo de quienes no votaron la actual Carta española. Quienes se abstuvieron en Euskadi. O quienes rechazaron el Estatuto. O sea, un 48% de los autonómicos vascos. La segunda Transición conseguiría la mayoría suficiente para gobernar. Pero no para solucionar la historia de la dependencia vasca. Casi un 80% de los actuales censados podían incorporarse en las urnas a los nuevos modos españoles. Y con su voto ayudar, otra vez, a sostener esa España indivisible y constitucional. Que parece que siempre está a punto de caer. Y siempre se sostiene gracias a sus “enemigos”. De aquí a diez años…España.

 

 

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