Dicen que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
El camino del olvido, de la negación del derecho a la Verdad, la Justicia y a la Reparación, ( incluidas las Garantías de no Repetición), para las víctimas del Genocidio Franquista y el Terrorismo de Estado, se encuentra empedrado de falso humanismo, vacío de todo contenido real y plagado, eso sí, de estupendas intenciones.
Las organizaciones e instituciones buenistas entregan los restos del abuelo de militancia anarquista rescatados de una cuneta a la familia, y esta, en las antípodas de la militancia política del abuelo, celebra con ellos un funeral católico en la iglesia del pueblo. Se cierra así el ciclo del asesinato del viejo anarquista. Primero, es asesinado físicamente y luego sufre un asesinato sociopolítico, eso sí, plagado de buenas intenciones. ¿Cuántas veces se ha utilizado a las familias como dique de contención de la recuperación sociopolítica de las víctimas? Demasiadas.
Porque cada homenaje en el que se esconde la memoria sociopolítica de las víctimas de una fosa común, es una paletada de cal viva sobre su derecho a la verdad y a la reparación de lo que fueron y por lo que murieron. Y en ese esfuerzo “bien intencionado” de diluir las responsabilidades de los que asesinaron y torturaron en masa, “porque hay que pasar página”, y “la familia sólo quiere enterrar a su ser querido en paz y “sin politizar las cosas” ( las páginas sólo pasan para algunos), se enlaza y carga como un arma la impunidad de los que asesinaron y torturaron en nombre de la razón de estado hasta ayer, hasta mañana.
Las organizaciones que trabajamos en la memoria histórica hace ya tiempo que non dimos cuenta que la memoria militante de las víctimas del franquismo molesta a los que quieren hacer de la memoria histórica una especie de catarsis de “reconciliación” edificada sobre la impunidad de los franquistas y sus herederos, tanto biológicos como políticos directos. La derecha española. Es la Ley de Memoria Histórica, pero es también lo que se está realizando en muchos supuestos homenajes en Euskal Herria, donde se asesina, esta vez, la memoria sociopolítica de los/as represaliados/as.
Nos dicen las instituciones y ciertas organizaciones “científicas” organizadoras de los homenajes, que las víctimas eran de Tolosa, de Bera de Bidasoa, de Gasteiz o de Donostia. Pero no nos dicen cuál era su militancia. Lo que llevó a los fascistas a masacrarlas. Y la negación de ese ser sociopolítico parece convertir su muerte en una catástrofe natural. Fueron víctimas “del Franquismo”, dicen. Como si el Franquismo fuera un maremoto o una plaga biológica. Como si los franquistas y sus herederos no hubieran detentado el poder desde el 36 hasta el día de hoy inclusive, o quizá por eso mismo.
El “buenismo” y la “corrección política” que acompaña a muchos homenajes es un ácido más corrosivo que la prohibición pura y dura de los franquistas y sus sucesores políticos. Al menos cuando mandan a la policía a impedir un homenaje a un militante antifranquista (Txiki-Otaegi, Artajo, Txikia…) están poniendo en valor su militancia. Están poniendo de manifiesto , el origen de la prepotencia de unos y el sentido de la lucha y su militancia antifascista de otros. No deberíamos necesitar que tricornios negros y boinas rojas nos recuerden que eran militantes políticos, en muchos casos revolucionarios. Comunistas, independentistas, anarquistas, ekintzales, socialistas… Son mucho peor esos actos de buenismo colectivo, de llamamientos a reconciliaciones sobre la base de no tocar la impunidad de los crímenes contra la humanidad franquista y el terrorismo de Estado. De no tocar el pasado familiar y político de la derecha española. De no hablar de la traición del PSOE-UGT y el PNV a sus propios militantes masacrados.
La Iglesia Católica sí que sabe gestionar la cosa del Cielo, y las del Infierno también. Los sacerdotes víctimas de los republicanos son beatos y santos. Los sacerdotes vascos víctimas del Franquismo recibieron un pequeño funeral en la Catedral de Gasteiz casi 75 años después y eso sí, bajo la simbología fascista que adorna el edificio y que la jerarquía se niega a retirar. Otra piedra “bien intencionada” en el camino del infierno.
Dicen, también, que mientras el infierno está lleno de buenos propósitos el cielo lo está de buenas obras. El infierno de las víctimas del genocidio franquista y el terrorismo de Estado está lleno de “buenos propósitos” y vacío de Verdad, Justicia y Reparación. El cielo de las víctimas del bando republicano primero, y de las organizaciones armadas vascas después está lleno de obras y concreciones. Honores, subvenciones, indemnizaciones millonarias, ayudas, compensaciones, venganza (que no justicia) contra los que mataron a sus familiares…
Si es cierto que estamos en tiempos nuevos, ya empieza a ser hora de que en el camino del infierno que pasaron las víctimas del genocidio y del terrorismo de estado se empiecen a levantar las losas de las buenas intenciones y se coloquen las piedras de los derechos. De la verdad, la justicia y la reparación. Algunos en eso estamos, otros continúan colocando pesadas losas de olvido, caminico del infierno.
Antxon Gomez, Gotzon Garmendia y Ana Irastorza (miembros de Eusko Lurra Fundazioa).
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