Aritxulegi o el derecho a la pluralidad de relatos en un suelo ético.

 

Tras la victoria franquista en la guerra  del 36, el bando fascista español  ordenó no sólo arrancar de la tumbas de los vencidos cualquier tipo de referencia a su ideología sociopolítica, sino  eliminar el propio euskera  de los cementerios. Eso sí, lo hizo con la ley en la mano. Su propia ley, por supuesto. Otros muchos miles fueron directamente desaparecidos en fosas comunes, cunetas o el mismo Valle de los Caídos para negar a sus compañeros de militancia y a sus familias el derecho a honrar su memoria o de tener un mínimo espacio donde llorar su pérdida. Delito de lesa humanidad, desapariciones forzosas. Sigue leyendo